Ya no hay disculpa, ya ha llegado el sol, ya ha llegado el calor, ya están aquí los nuevos bikinis,...ya llega mi crisis de todos los veranos: poner toda esta carne al descubierto y tratar de lucir dignamente en la playa. Sinceramente, me enfado y cabreo infinitamente cuando leo todas las revistas en esta temporada. Me enfado y cabreo leyendo todos esos consejos para estar impresionantes en la playa, aturdiéndonos con cremas que prometen lo que es imposible de conseguir, o con operaciones carísimas y que no dejan de ser agresiones al cuerpo. ¡Qué esclavitud!
Francamente, considero que la belleza se encuentra en ser más natural y menos pretenciosa. Y la moda tiene que ayudarnos a eso porque es efímera y tiene que valernos para divertirnos, para mejorar nuestro estilo e incluso nuestro estado de ánimo, pero no para esclavizarnos.
Así que he decidido asumir mi edad, mis kilos, la firmeza de la piel que comienza a desaparecer,...y aun así sentirme estupenda. Porque todos esos años, esos kilos, las arrugas hablan de mi vida y de mis experiencias y me parece delicioso e impresionante poder contarlas.
Por tanto, me pongo mis vaqueros favoritos, camiseta y alpargatas, cómoda porque me voy de tiendas: voy a comprarme un par de bikinis, ¡que mañana me voy de playa!
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